donde les contamos desde el nacimiento de este hermoso milagrito que llamaremos Carmelo

Friday, October 28, 2005

Capítulo 1
La Conquista del Universo


La creación de un niño pordigio no se obra por sí sola, sino que requiere del grandísimo esfuerzo de mucha gente involucrada en la formación excelsa de la persona más espectacular del mundo entero. Resultasen variadísimas cosas. Pero, siempre, lo primero primero. Pero como yo siempre me olvido de cuál es lo primero, y todavía no sé de dónde y cómo llegué a este mundito enajenado y un puquito desquiciadote. Algo me contaron, aunque con tanto lenguaje técnico, y las innumerables láminas escolares de mi papá, no me puedo hacer más que ideas gráficas, quizás algo erraditas, de mi nacimiento (o cómo le digo yo, el Día “C”). Parece un puquito raro para mí no hablar de mí, lo verdaderamente importante. Nobleza (¿gaucha?) obliga, tengo el deber de parlotearles un poco de mami y papi. Resulta un poco complicado, pero quiero contarles de mi papá. Era un tristísimo hombre, algo malote, deambulando por la vida con su máquina de escribir debajo de la axila (¡qué tufito, eh!) y alguna historia para contarle a nadie. Se aburría por las noches y los domingos tomaba solo el té con leche. Y el muy tonto ni siquiera comía pizzas, porque los tripacéridos, o algo así, los tenía por las nubes, si es que no se salían de esta vía láctea. Y mi papá se aburría y aburría (porque yo no estaba, también) y a veces hasta se iba al cine solo, porque acompañado por otra gente (¡qué jodido mi pa!) se sentía tantito menos solo. Y el quería más. Y ese día se fue a ver una peli de llorar…, y lloraba y lloraba. Muchísimo. Las lágrimas se le cayeron por todo el cine y se formó un charco enorme de lagrimitas. Un tipo pasó y se cayó, y otros también pasaron y se pegaron un porrazo con chichón y todo. Papá no tenía pañuelo, así que se secó con la remera; pero no fue bastante, y se secó con los calcetines. Nada. Se intentó poner unos corchitos en los ojos, y salieron disparados a la pantalla. A la gente se le aguó un puquito el pochoclito. A la salida de la peli, todos pasaban y se caían, se daban un golpazo y se iban. Peroperopero, vino una petisita, (según dice papá él no la vio venir), se resbaló y comenzó a patinar, como en el hielo, desde el fondo de la sala, y se fue hacia la salida, gritando, sin poder mantener el equilibrio y… zas, que se cae sobre mi papá y lo baña con toda la coca. Desesperada pedía pedón, perdón, y mi papá se quejó mucho. Eso fue hasta subir la vista (o bajarla dada la altura de la personita en cuestión). Papá no pudo volver a llorar. No podía. Intentaba, hasta se puso cebollas y ajo en las pupilas, y nada. La vio y un brillito se le dibujó en los ojitos (y eso que tiene síndrome de ojos secos). Y ella se apuró a secarlo con el pañuelo con payasitos, lleno de moquitos viejos. Le secó todo, y después se dieron un beso. Y después se dijeron cosas lindas (cursis, bah), y se dijeron muchisisisisisisisísimos te amo. Y ella le propuso lo que él pensaba, y él le dio los besos que ambos querían. Y se agarraron de la mano, y caminaron por tres meses sin parar, y cuando se cansaron, se sentaron a tomar mate y dijeron que querían tener un hijo genial. Y se fueron a comprar una guía de París, y le pidieron por teléfono a una cigüeña gorda las semillas de un vivero de niños genios, donde Einstein plantó su hijo, tuvo su libro y escribió árbol. Y la cigüeña lo mandó por correo argentino, y llegó tarde, como nueve meses después, una plantita germinada, que pusieron dentro del ombligu de mamita y a los pocos días de bañarse (en realidad fueron muchos porque mi mamá no se quería mojar la panza porque hacía muchazo de frío), yo sentí mis pulmoncitos, y mi pancita hambrienta, y quise salir a comer. Y le hice muchos cariños a mi mamá por adentro, y le dije, che, apurate, quiero ver la tele. Y mi papá la llevó a mamá al sanatorio en bicicleta, con un pañuelito colgado del manubrio, y gritando, ¡llevo una hermosura aquí… adentro de otra hermosura! Y llegamos todos al hospital, y el médico dijo, ¡justo ahora!, ¡Iban a pasar un desfile de moda! Pero igual me llevaron a una pieza llena de luz, y yo la veía porque estaba apurado por salir, y hasta me ponía nervioso y gritaba porque se me pasaba la hora de protección al menor, y me tendría que dormir temprano el primer día de mi vida. Y sin comer pizza. Así que salí rápido, y miré al medicucho ese y le pateé cinco veces la panza, porque me hizo llorar. Me di cuenta que no dominaba aún mis prodigiosas formulaciones verbales. Pero cuando me di vuelta, y la vi por fuera, a mi mamá digo, me olvidé de la tele, de la pizza, y el malísimo del médico que me cortó la tripa umbilical. Así fue. Nací, y me dejaron un ratito para verla a mi ma, que estaba cansada pero igual me abrazó, y a mi pa, que no estaba cansado (porque no había hecho nada) y también me abrazó. Y me dieron tantos besos… ¡ahogado estaba! Al rato me cansaron tantos parientes y cursilerías. Me fui a charlar con los chicos de la nursery de las lindas enfermeras del hospital. ¡Igual, estaba un puquito cansado! Me dormí al instante. Y esa noche soñé con mi mamita…, cocinando mi primera pizza... ¡Fue hermoso!